Tenemos un oficio, y lo celamos.
Somos provocadores.
Me gusta cuando leo los evangelios y escucho a Jesús decir cosas como: "sepulcros blanqueados", "generación mala y adúltera".
El es admirable, El jamás se traicionó a sí mismo por obtener el beneplácito de algún eminente o del pueblo, El siempre sostuvo lo que pensaba hasta las últimas consecuencias, aunque éstas pudieran cobrarse su propia vida. El es íntegro, y me gusta cuando provoca.
Y sí, estoy usándo el término "provocar" a plena conciencia, sabiendo que es probable que resulte chocante para algunos y hasta quizá irrespetuoso para otros.
Pero a mí me gusta porque cuando Cristo te provoca, te confronta con verdades profundas, innegables, y a veces dolorosas, porque logra sacar de uno algo que nadie podría logar sacar, hace que veas tu propio reflejo, tu propio corazón. Y al final de todo esa verdad tan incómoda te termina por liberar.
La comodidad de la mentira, es la comodidad del sepulcro.
Por eso, yo te propongo que seamos provocadores:
En un mundo donde los países líderes avanzan por leyes cada vez mas irrestrictas sobre el aborto, yo sigo diciendo NO.
Pongo un lazo naranja en mi bluza o remera y en mi corazón un pasaje:
"Antes que te formase en el viente te conocí" (Jeremías 1:5)
La generación perversa demanda señal (Mateo 12:38), pero no le será dada sino la única señal que permanece inconmovible a través de los tiempos: la cruz de Cristo.
Hoy, gente, los provocamos al arrepentimiento.
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