después de un aborto
Fran Barcia. Lisboa.
“El bebé llora desconsoladamente. La madre lo busca por todas las habitaciones de la casa, pero no lo encuentra. Ésta es una de las pesadillas más recurrentes de las mujeres que padecen el trauma del aborto”, afirmó ayer la psicóloga estadounidense Priscilla Coleman, profesora en
Lisboa reunió ayer a psiquiatras, psicólogos, pediatras y otros especialistas estadounidenses y europeos para debatir el impacto del aborto en la salud de la mujer, en una iniciativa promovida por
Los expertos coincidieron en afirmar que estas secuelas son silenciadas por los políticos, los medios de comunicación e incluso por muchos profesionales del sector.
“Millones de mujeres y hombres sufren solos porque éste es un problema ignorado y que se mantiene invisible. En el síndrome post aborto, el bebé ha muerto, pero continúa en el cerebro unido a la madre”, explicó Vincent M. Rue, codirector del Institute for Pregnancy Loss, una entidad sin ánimo de lucro de Jacksonville (Florida, EEUU) que se dedica a la investigación y el tratamiento. Según Priscilla Coleman, autora de decenas de artículos sobre la materia, el 35% de las mujeres estadounidenses de 45 años ha abortado al menos una vez en su vida. Y cada año se practican 1,3 millones de abortos en Estados Unidos, “que provocan 260.000 nuevos casos de problemas de salud mental”. Más de un 20%.
Dificultad para concentrarse, depresión, ansiedad, baja autoestima, problemas con el sueño, el sexo y el apetito, dolores de cabeza, fatiga, pesadillas, falta de comunicación con la familia y los amigos, fobias, estrés… Éstas son algunas de las secuelas más comunes.
“Pero se puede llegar a la psicosis depresiva, el desorden bipolar, la depresión neurótica y la esquizofrenia”, añade Coleman. La tentativa de suicidio es una consecuencia muy inquietante. De acuerdo con Rue, estos pacientes tienen seis veces más posibilidades de suicidarse y, también, lo intentan más veces que las personas que sufren otros casos de ansiedad. Para Rue, el aborto es “un acto humano intencionalmente provocado, que está relacionado con una experiencia de muerte”. Al tratarse de un “acontecimiento traumático”, sus efectos son “serios y duraderos”. Más del 50% de los pacientes tiene problemas crónicos a lo largo de su vida, de acuerdo con Rue, que en 1981 contribuyó con la primera evidencia clínica del trauma post-aborto.
La conferencia puso el dedo en una de las llagas de este asunto: muchos minimizan o ignoran las consecuencias que provoca la interrupción voluntaria del embarazo en una mujer.
Coleman no dudó en referirse a los poderosos intereses económicos de la industria pro aborto y lamentó que las asociaciones profesionales hayan obviado este problema. Rue, por su parte, criticó los argumentos de numerosos profesionales ante la magnitud de un trauma que calificó de “políticamente incorrecto”: cada año, recordó, se hacen 46 millones de abortos en el mundo. “No existe documentación suficiente que demuestre que está libre de riesgos mentales. No hay evidencias creíbles sobre los beneficios mentales de abortar”, dijo.
Como apuntó Rue, las personas que padecen este trauma se enfrentan a “fuerzas internas opuestas”: tienen urgencia por desvelar su secreto, pero quieren mantenerlo bien escondido; refuerzan el sentimiento de vergüenza, pero también el de libertad; la destrucción del niño se opone al deseo de recuperarlo.
Pro- vida Valencia
Tomado de la página de internet: http://denmechance.org/
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